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lunes, 26 de diciembre de 2016

TDAH: DETERIORO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS 26/12/2016


Resultado de imagen para mafalda no paraLa mayoría de los niños/as conforme van creciendo, adquieren la capacidad de poner en práctica las funciones ejecutivas, actividades mentales que les ayudan a apartar las distracciones, fijarse unas metas y dar los pasos necesarios para alcanzarlas. ¿Pero que pasa en el caso de los niños/as con TDAH?
Para conseguir algo en cualquier faceta de la vida, las personas o los niños/as en general deben poder recordar lo que pretenden, tener en cuenta lo que necesitan para lograrlo (empleando la previsión), refrenar sus emociones e incentivarse para poder conseguirlo. Ninguna de estas funciones podrá ejercerla con éxito, quien sea incapaz de inhibir pensamientos e impulsos que interfieran en ellas.

En los primeros años de vida las funciones ejecutivas se exhiben al exterior: los niños hablan solos en voz alta mientras recuerdan como realizar una tarea, a medida que maduran convierten en privadas estas funciones lo que evita que las conozcan los demás. En cambio, los niños con TDAH, les falta el autodominio y el poder de restricción imprescindibles para cortar la manifestación pública de estas funciones ejecutivas.
Pero ¿Cuáles son estas funciones ejecutivas y como se manifiestan en los niños/as con TDAH?
Las funciones ejecutivas pueden agruparse en cuatro actividades mentales:
-          La acción de la memoria operativa, esto es tener en mente la información  mientras se trabaja en una tarea, aunque ya no exista el estimulo que dio origen a esa información. Este tipo de recuerdo es importante para comportarse con miras a un fin determinado, posibilita la previsión, percepción retrospectiva, la preparación y el ser capaces de imitar el comportamiento complejo y nuevo, de otras personas. Todo esto está menoscabado en quienes padecen TDAH.
-          La interiorización del habla, constituye la segunda función ejecutiva. Antes de los seis años, la mayoría de los niños acostumbran hablar solos, recordándose cómo hacer una tarea o tratando de solucionar un problema. Ya en primaria este hablar privado se convierte en un susurro apenas perceptible, para desaparecer hacia los 10 años de edad. Una vez interiorizado, el autohablarse le permite a uno pensar para sí, seguir reglas e instrucciones, cuestionarse la resolución de un problema o construir bases para entender las reglas. Esta interiorización del autohablarse se retrasa en los niños con TDAH, lo que dificulta el análisis y la correcta solución de problemas.
-          Control de las emociones es la tercera función mental ejecutiva, consiste en controlar la motivación y el estar atento, dejando de lado el estado emocional. Este control ayuda a alcanzar metas, ya que capacita para diferir o alterar las reacciones emocionales, ante un suceso determinado que nos distrae, así como generar motivaciones. Quienes refrenan sus pasiones o reacciones inmediatas se desenvuelven mejor en sociedad. Esto no ocurre en los niños o adultos con TDAH, de ahí su rechazo y dificultad con las relaciones personales.
-          La reconstitución, es otra función mental que consta de dos procesos distintos;
·         La fragmentación de las conductas observadas
·         La combinación de sus partes en nuevas acciones, que no han sido aprendidas de la experiencia.
Esta capacidad nos proporciona un alto grado de soltura, flexibilidad y creatividad, nos permite lanzarnos hacia una meta sin necesidad de aprender los pasos intermedios necesarios. A los niños, a medida que crecen les permiten dirigir tramos cada vez más largos de su comportamiento, mediante la combinación de conductas concatenadas, para el logro de sus fines. Los niños con TDAH, muestran menos capacidad de reconstitución que el resto de sus compañeros, lo que dificulta la capacidad de aprendizaje por sí mismo, sin necesidad de ser guiado.
Los niños/as al crecer desarrollan la capacidad de encubrir sus actos, de enmascarar sus sentimientos ante la vista de los demás. Los niños con TDAH no adquieren esa capacidad y en consecuencia despliegan un comportamiento y un habla excesivamente públicos.
La falta de concentración, la hiperactividad y la impulsividad de estos niños/as vendrían causadas por la incapacidad de ser guiados por instrucciones internas y la imposibilidad de enderezar su comportamiento indebido.
Existen investigaciones que respaldan el hecho de que, los niños con TDAH manifiestan un fallo en la inhibición conductual y emocional que retarda la adquisición de la capacidad para interiorizar y efectuar con éxito cualquiera de las cuatro funciones mentales ejecutivas, por lo que se les podría ayudar mediante terapia, para conseguir que reaccionen ante los estímulos ambientales de forma más estructurada, asimilando este de la misma manera.
Este tipo de terapia es a larga imprescindible si se decide prescindir en algún momento el tratamiento farmacológico, además de servir también de complemento de este.

Una vez aprendidas las técnicas en terapia para superar sus limitaciones de autocontrol, los niños deberían poder desenvolverse en un medio normal sin ningún tipo de apoyo.

DISLEXIA Y PROBLEMAS DERIVADOS

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Según las estadísticas, la dislexia afecta en mayor o menor grado a un 10%- 15% de la población escolar y adulta. Pueden incidir tanto en niños como en niñas, aunque la proporción de niños afectados es de 8 a 1. Existe consenso en indicar que,  el 4% -5% de los niños que la padecen, presentan problemas graves de aprendizaje de la lectura, con la consecuente dificultad escritora.
¿Pero que es la dislexia? Una buena definición es la de M.Thomson “es una grave dificultad con la forma escrita del lenguaje, que es independiente de cualquier causa intelectual, cultural y emocional. Se caracteriza porque las adquisiciones del niño/a en el ámbito de la lectura, escritura y deletreo, están muy por debajo del nivel esperado en función de su inteligencia y su edad cronológica. Es un problema de índole cognitivo, que afecta a aquellas habilidades lingüísticas asociadas con la modalidad escrita, particularmente en el paso de la codificación visual a la verbal, la memoria a corto plazo, la percepción del orden y la secuenciación.
Cuando hablamos de dislexia, nos podemos encontrar con varios calificativos entre ellos “madurativa”, “evolutiva” o “adquirida”.
En la práctica se habla de dislexia evolutiva cuando aparecen dificultades y síntomas parecidos o iguales a los disléxicos en niños que inician su aprendizaje, pero rápidamente estos síntomas desparecen normalmente con ayuda. Los síntomas pueden ser: inversiones en la escritura y/o lectura, adiciones, omisiones, escritura en espejo, vacilaciones, repeticiones.
La dislexia madurativa denomina a las dificultades de aprendizaje de la lecto-escritura, que se puede dar asociados a algún tipo de deficiencia o retraso cognitivo y/o madurativo, por lo que el tratamiento no sólo afecta a la estimulación del lenguaje, lectura y escritura, sino que es necesario, la estimulación general o particular cognitiva y/o motora.
La dislexia adquirida se produce como consecuencia de algún trauma craneal que afecta al cerebro en su área del lenguaje.
La dislexia va unida en ocasiones a otros problemas de aprendizaje escolar, tales como la disgrafía (dificultades en el trazo correcto de las letras, en el paralelismo de las líneas, en el tamaño de las letras, en la presión de la escritura…) y en fases posteriores aparece la disortografía (dificultades en el uso correcto de las reglas de ortografía, naturales y de mayor complejidad).
En ocasiones la dislexia está asociada a dificultades de pronunciación de palabras nuevas, largas o que contengan combinaciones de letras con mayor dificultad lectora.
La dislexia que en un principio se considera un problema de aprendizaje, puede acabar por crear una personalidad característica que en el aula se hace notar, bien por su inhibición y retraimiento o bien por la aparición de conductas disruptivas, hablar, pelearse, no trabajar…., derivado de la falta de control del problema o como forma de obtener el reconocimiento que no se alcanza de forma satisfactoria, a través de los resultados escolares. Por eso es tan importante una valoración e intervención lo más temprana posible y no abandonar el tratamiento, hasta la total recuperación.
Si se inicia el tratamiento con la suficiente precocidad, suele derivar en resultados positivos y una clara mejora en el rendimiento escolar. La mayor o menor efectividad va depender de factores como: la profundidad del trastorno, el nivel de motivación inicial o que se le consiga inculcar, grado de implicación familiar y del profesorado, adecuado diagnóstico y tratamiento, duración y seguimiento del trabajo.
Es importante detectar precozmente estos problemas, antes de que deriven en los problemas de personalidad antes aludidos. Los signos que pueden tener algunos niños/as (no necesariamente todos) según la edad serían los siguientes:
Niños/as de educación infantil:
-          Historia familiar de problemas disléxicos (padres, hermanos, otros familiares)
-          Retraso en aprender a hablar con claridad.
-          Confusiones en la pronunciación de palabras que se asemejan por su fonética.
-          Falta de habilidad para recordar el nombre de series de cosas, por ejemplo los colores.
-          Confusión en el vocabulario que tiene que ver con la orientación espacial.
-          Alternancia de días buenos y malos en el trabajo escolar sin razón aparente.
-          Mayor habilidad manual que lingüística
-          Dificultad para aprender las rimas o con palabras rimadas
-          Dificultades con las secuencias.

Niños/as de 5 hasta 9 años:
-          Particular dificultad para aprender a leer o escribir.
-          Persistente tendencia a escribir los números en espejo o con cambio de dirección u orientación.
-          Dificultad para distinguir izquierda de derecha.
-          Dificultad para aprender el alfabeto, tablas de multiplicar y en general para retener secuencias, como días de la semana, dedos de la mano, meses del año…
-          Falta de atención y de concentración
-          Frustración, posible inicio de problemas de conducta.

Niños entre 9 y 12 años:
-          Continuos errores en lectura, lagunas en comprensión lectora.
-          Forma extraña de escribir, por ejemplo con omisiones de letras o alteraciones del orden de las mismas.
-          Desorganización en casa y en la escuela.
-          Dificultad para copiar correctamente de la pizarra en el cuaderno.
-          Dificultad para seguir instrucciones orales.
-          Aumento de la falta de autoconfianza y aumento de la frustración.
-          Problemas de comprensión del lenguaje oral e impreso.
-          Problemas conductuales: impulsividad, corto margen de atención, inmadurez.