La mayoría de los niños/as
conforme van creciendo, adquieren la capacidad de poner en práctica las
funciones ejecutivas, actividades mentales que les ayudan a apartar las
distracciones, fijarse unas metas y dar los pasos necesarios para alcanzarlas.
¿Pero que pasa en el caso de los niños/as con TDAH?
Para conseguir algo en
cualquier faceta de la vida, las personas o los niños/as en general deben poder
recordar lo que pretenden, tener en cuenta lo que necesitan para lograrlo
(empleando la previsión), refrenar sus emociones e incentivarse para poder
conseguirlo. Ninguna de estas funciones podrá ejercerla con éxito, quien sea
incapaz de inhibir pensamientos e impulsos que interfieran en ellas.
En los primeros años de vida
las funciones ejecutivas se exhiben al exterior: los niños hablan solos en voz
alta mientras recuerdan como realizar una tarea, a medida que maduran
convierten en privadas estas funciones lo que evita que las conozcan los demás.
En cambio, los niños con TDAH, les falta el autodominio y el poder de
restricción imprescindibles para cortar la manifestación pública de estas funciones
ejecutivas.
Pero ¿Cuáles son estas
funciones ejecutivas y como se manifiestan en los niños/as con TDAH?
Las funciones ejecutivas pueden
agruparse en cuatro actividades mentales:
-
La acción
de la memoria operativa, esto es tener en mente la información mientras se trabaja en una tarea, aunque ya
no exista el estimulo que dio origen a esa información. Este tipo de recuerdo
es importante para comportarse con miras a un fin determinado, posibilita la
previsión, percepción retrospectiva, la preparación y el ser capaces de imitar
el comportamiento complejo y nuevo, de otras personas. Todo esto está
menoscabado en quienes padecen TDAH.
-
La
interiorización del habla, constituye la segunda función ejecutiva. Antes
de los seis años, la mayoría de los niños acostumbran hablar solos,
recordándose cómo hacer una tarea o tratando de solucionar un problema. Ya en
primaria este hablar privado se convierte en un susurro apenas perceptible,
para desaparecer hacia los 10 años de edad. Una vez interiorizado, el
autohablarse le permite a uno pensar para sí, seguir reglas e instrucciones,
cuestionarse la resolución de un problema o construir bases para entender las
reglas. Esta interiorización del autohablarse se retrasa en los niños con TDAH,
lo que dificulta el análisis y la correcta solución de problemas.
-
Control
de las emociones es la tercera función mental ejecutiva, consiste en
controlar la motivación y el estar atento, dejando de lado el estado emocional.
Este control ayuda a alcanzar metas, ya que capacita para diferir o alterar las
reacciones emocionales, ante un suceso determinado que nos distrae, así como
generar motivaciones. Quienes refrenan sus pasiones o reacciones inmediatas se
desenvuelven mejor en sociedad. Esto no ocurre en los niños o adultos con TDAH,
de ahí su rechazo y dificultad con las relaciones personales.
-
La
reconstitución, es otra función mental que consta de dos procesos distintos;
·
La fragmentación de las conductas observadas
·
La combinación de sus partes en nuevas acciones,
que no han sido aprendidas de la experiencia.
Esta capacidad nos
proporciona un alto grado de soltura, flexibilidad y creatividad, nos permite
lanzarnos hacia una meta sin necesidad de aprender los pasos intermedios
necesarios. A los niños, a medida que crecen les permiten dirigir tramos cada
vez más largos de su comportamiento, mediante la combinación de conductas
concatenadas, para el logro de sus fines. Los niños con TDAH, muestran menos
capacidad de reconstitución que el resto de sus compañeros, lo que dificulta la
capacidad de aprendizaje por sí mismo, sin necesidad de ser guiado.
Los niños/as al
crecer desarrollan la capacidad de encubrir sus actos, de enmascarar sus
sentimientos ante la vista de los demás. Los niños con TDAH no adquieren esa
capacidad y en consecuencia despliegan un comportamiento y un habla
excesivamente públicos.
La falta de
concentración, la hiperactividad y la impulsividad de estos niños/as vendrían
causadas por la incapacidad de ser guiados por instrucciones internas y la
imposibilidad de enderezar su comportamiento indebido.
Existen
investigaciones que respaldan el hecho de que, los niños con TDAH manifiestan
un fallo en la inhibición conductual y emocional que retarda la adquisición de
la capacidad para interiorizar y efectuar con éxito cualquiera de las cuatro
funciones mentales ejecutivas, por lo que se les podría ayudar mediante
terapia, para conseguir que reaccionen ante los estímulos ambientales de forma
más estructurada, asimilando este de la misma manera.
Este tipo de
terapia es a larga imprescindible si se decide prescindir en algún momento el
tratamiento farmacológico, además de servir también de complemento de este.
Una vez aprendidas
las técnicas en terapia para superar sus limitaciones de autocontrol, los niños
deberían poder desenvolverse en un medio normal sin ningún tipo de apoyo.