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lunes, 27 de febrero de 2017

ALTERACIÓN EN LA ESCRITURA DISORTOGRAFÍA


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La disortografía es un trastorno que se evidencia por una disfunción en el desarrollo de la capacidad expresiva y una alteración en el procedimiento escrito, frecuentemente asociado a la dislexia o disgrafía, sí bien estos procesos pueden darse también de forma independiente.

Cuando se produce este trastorno se interrumpe la comunicación entre el conocimiento y su representación gráfica, de manera inconsciente en quién lo padece.
Pero ¿Cuáles son las posibles causas de la disortografía?
-          Esta se puede producir por perturbaciones de los referentes ortográficos como: una deficiente articulación o pronunciación, fallos en la memoria visual o auditiva y en la estructuración espacio-temporal del pensamiento. Las perturbaciones en cualquiera de estos condicionantes pueden dar lugar a dificultades o incorrecciones en la evocación y en consecuencia, a disfunciones ortográficas.
-          El proceso de selección entre referentes optativos y criterios que determinan la representación gráfica concreta, que depende de factores intelectuales y motivacionales de quién escribe.
-          La correcta automatización de procesos motores, que se desencadenan en la ejecución de la escritura, que dependerá de la metodología de aprendizaje que haya recibido el niño/a.

Las deficiencias articulatorias en estos casos se manifiestan con síntomas en la escritura como: sustitución de fonemas por otros de articulación próxima o de ejecución semejante (p,b,m), (d,t), (r,rr,l,n) (k,b,c,l).

Cuando la dificultad está en las perturbaciones de la memoria visual, suelen apreciarse la sustitución de unos fonemas por otros de forma parecida, la alteración de la disposición secuencial de letras en la cadena gráfica o la poca persistencia en la retención de formas gráficas.

Las perturbaciones en la memoria auditiva, en estos casos da lugar a omisión de fonemas, inversión de sonidos que admiten doble grafía o cambian la disposición secuencial correcta y a la adición de fonemas innecesarios.

Entre los síntomas de una disortografía ocasionada por la localización espacio-temporal, suele darse la inversión de grafías o de sílabas con una disposición similar (p-q,u-n) o alterando la disposición de los elementos en las sílabas y la escritura anacrónica o en espejo.

Además ciertas deficiencias en procesos de carácter intelectual, pueden ocasionar defectos en la síntesis entre el fonema y la grafía o la separación errónea en la secuencia gráfica, introduciendo espacios en blanco en lugares que no son pertinentes o por alteración de separaciones silábicas.

Un automatismo motor deficiente, puede dar lugar a inseguridad grafomotriz que se manifiesta en letra temblorosa, errores motores y una ejecución poco clara o poco armoniosa de la cadena gráfica.

Es importante que en la rehabilitación, se tenga en cuenta el origen de la disfunción para tratarla correctamente, no sólo en su forma articulatoria sino también ortográficamente, con el fin de subsanar definitivamente la dificultad. La vía visual, auditiva y gráfica se encuentran íntimamente relacionadas en este tipo de trastornos, por lo que se trabajan de forma conjunta.

domingo, 19 de febrero de 2017

CAUDAL LINGÜÍSTICO Y DIFICULTAD DE APRENDIZAJE

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Las dificultades con el lenguaje de diversa índole en la infancia, generan carencias conceptuales, delimitando sintáctica y semánticamente la estructura de su lenguaje, lo que impide y lentifica su aprendizaje a la larga en cualquier área, pudiendo afectar en mayor a menor grado a su estructuración cognitiva general.

En el proceso de rehabilitar trastornos de aprendizaje observamos como numerosos niños/as con déficits intelectuales (aunque con puntuaciones consideradas normales, en aquellas pruebas que los psicólogos hemos dado en llamar de inteligencia) que no siguen un aprendizaje normal, demuestran poseer un caudal lingüístico significativamente inferior al del resto de sus compañeros.

En estos casos se debe conseguir que estos niños/as alcancen un sistema progresivo y estructurado del lenguaje, con el que sean capaces de pensar y comunicarse de forma correcta, que introduzca progresivamente las palabras que han de formar su vocabulario, además de las estructuras lingüísticas adecuadas acorde a su nivel de desarrollo evolutivo.

Una de las áreas de mayor dificultad en el aprendizaje escolar, debido a trastornos del lenguaje, es la correcta asimilación de conceptos, que puede darse incluso en niños/as considerados inteligentes en la valoración de dichas pruebas.

La formación de conceptos es un proceso tan importante, que eslabona la percepción, el aprendizaje y el pensamiento. Siendo la percepción, la que se ocupa de la recepción e interpretación de la información y el pensamiento, quién manipula esa información para conseguir la solución de problemas y el ajuste al mundo, mediante la base de una correcta asimilación conceptual.

Es de suponer que el proceso de conceptualización requiere, además del correcto funcionamiento del sistema perceptivo, la actuación de otros procesos cognitivos como la atención, la memoria, el razonamiento, el lenguaje e incluso la propia motivación.

La formación de conceptos en los niños/as es fundamental para su aprendizaje y tiene gran importancia, la información previa que posean para su nueva adquisición conceptual. Las últimas investigaciones evolutivas han considerado que el sistema de procesamiento de la información, está preparado desde las primeras semanas de vida del niño/a para la formación conceptual y han probado experimentalmente, la capacidad de los bebés a partir de los tres meses, para formarse prototipos y categorías conceptuales. De ahí la importancia, del correcto desarrollo de cada uno de los procesos cognitivos indicados anteriormente, implicados en el aprendizaje del niño/a.

El grado de desarrollo cognitivo del niño/a está mediatizado inequívocamente por el nivel de desarrollo madurativo, por lo que debe tenerse en cuenta ante la necesidad de un posible apoyo rehabilitador en cualquiera de las áreas.

Debe considerarse además que; las estructuras cognitivas y conceptuales se adquieren durante todo el desarrollo y hasta la edad adulta, por lo que hay que considerar los niveles y valores adecuados que debe tener el niño/a en cada una de las edades y etapas del desarrollo.


El funcionamiento correcto de cada uno de los procesos cognitivos: atención, memoria, razonamiento, lenguaje y motivación es fundamental para su correcto desarrollo y aprendizaje, por lo que deberá tratarse cualquier déficit que se de en cualquiera de ellos a lo largo de su desarrollo, para evitar que influya de forma negativa en su aprendizaje.

sábado, 18 de febrero de 2017

COACHING PARA PADRES: HABILIDAD DEL MANEJO DE LA CONDUCTA INFANTIL


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Los problemas de conducta disruptiva en la infancia, mejoran con la capacitación en habilidades de crianza parenteral como: habilidades de resolución de problemas, técnica manejo de conductas, manejo estrés, control irá, conocimiento desarrollo infantil, habilidades sociales.

Diferentes estudios nos indican que actualmente, los problemas de conducta disruptiva en la infancia son muy frecuentes, con una prevalencia del 6,9% en niños y del 2,4% en niñas de 5 a 10 años.

En general la frecuencia de los problemas de indisciplina varían entre un 5 y 8% de los niños. Este tipo de problemática agrupa dificultades como: la desobendiencia, la oposición, la agresividad, el trastorno negativista desafiante TND, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad TDAH y el trastorno disocial TD. Como consecuencia pueden derivar en una inadaptación social, familiar y/o escolar.

Uno de los tratamientos más usados en estos casos es el programa de entrenamiento para padres, que se basan por un lado en la mejora de la capacitación de las habilidades de crianza parenteral (conocimiento del desarrollo infantil, técnicas para el manejo de conductas problema del niño, habilidades de resolución de problemas) y por otro, el fortalecimiento personal de los padres (habilidades sociales, manejo del estrés y control de la ira).

El objetivo principal que se quiere conseguir, es incrementar las conductas pro-sociales de los niños/as a través de la atención de los padres y decrementar las conductas indeseables, ignorándolas.
Se basa en conseguir convertir a los padres en los propios agentes de cambio, enseñándoles a través del juego y en vivo, a conseguir un rol parenteral positivo y unas habilidades de modificación de conducta.

Es importante en el proceso que los padres aprendan a usar la atención selectiva, cuyo objetivo principal es establecer una relación amorosa y cariñosa entre el padre y el hijo. Los padres son ayudados a reconocer las cualidades positivas del niño/a y a estimular su desarrollo, partiendo de lo que el niño/a hace.

Los padres deben poner a la práctica entre otras, además las siguientes habilidades:
-          Elogiar o realizar una verbalización que exprese un juicio favorable de una actividad, resultado o atributo del niño/a.
-          Parafrasear o repetir de manera inmediata la verbalización del niño/a, se puede repetir exactamente lo que ha dicho el niño o utilizar sinónimos.
-          Imitar o realizar una actividad igual o similar a la que está haciendo el niño/a de manera inmediata.
-          Describir o verbalizar frases que aludan a los objetos y/o personas presentes en la situación o actividad, que se esté dando durante la interacción.
-          Tener entusiasmo realizando las tareas.
-          Evitar dar órdenes.
-          Evitar hacer preguntas.
-          Evitar criticar.

Debemos tener en cuenta que el comportamiento más natural del niño/a es el juego y es por tanto el principal medio a través del cual, desarrolla habilidades de resolución de problemas, además de la mejor oportunidad que tenemos para desarrollar en ellos los comportamientos adecuados generalizando resultados, por lo que  deberemos incluirlo en nuestro repertorio de interacciones con ellos, con el fin de mejorar los patrones de conducta.

Pero para tratar estos problemas disruptivos en niños/as, es necesario tal y como se ha indicado antes, un entrenamiento en vivo a los padres donde se les enseñe y tengan la posibilidad de practicar las habilidades antes mencionadas, que nos hagan manejar con éxito cada tipo de conducta inadecuada que se de en nuestros hijos/as, corrigiendo y educando de la forma más correcta en cada caso.


Es importante además de este entrenamiento, que los padres reciban una terapia de aceptación y compromiso en la que aprendan a manejar las conductas de los niño/as y a trabajar al mismo tiempo sus conflictos emocionales y motivacionales, para que consigan tener éxito en el cambio de las conductas disruptivas, por otras más adecuadas.

FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO EN EL TDAH


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Los niños con TDAH no pueden controlar las respuestas de su entorno, son menos capaces de preparar respuestas motoras de anticipación ante eventos y se muestran insensibles a la retroalimentación, sobre los errores cometidos en esa respuesta. Algunas investigaciones indican que diversas partes de su cerebro actúan de manera diferente, en niños con este trastorno.


En niños/as que diagnosticados de TDAH, se dan dos conjuntos de síntomas; falta de atención y una combinación de comportamientos hiperactivos e impulsivos. La mayoría de los niños son más activos, distraídos e impulsivos que los adultos, con el mismo diagnóstico. Son también más inconstantes, sensibles a eventos momentáneos y dominados por los objetos de su entorno inmediato.

Cuanto más pequeños, menos capaces son de notar el paso del tiempo o de dar prioridad a sucesos del futuro sobre los deseos y necesidades inmediatos. Estos comportamientos sólo entrañan un problema, cuando lo manifiestan en una medida significativamente mayor que el común de sus iguales.
Las probabilidades de desarrollo de este desorden en niños, triplica al de niñas, según algunos estudios, porque estos muestran una mayor propensión genética a trastornos del sistema nervioso.

Las pautas de comportamiento típicas de los TDAH comienzan a manifestarse entre los 2 y los 5 años. Aunque la edad de comienzo puede variar mucho, algunos no muestran los síntomas hasta el final de la infancia o incluso hasta el inicio de la adolescencia, pudiendo persistir en la edad adulta.
Se da también la circunstancia de que muchos de los niños o jóvenes, que no encajan del todo en la descripción clínica de TDAH, pueden llegar a tener de adultos importantes problemas de adaptación en el trabajo, en los estudios o en otros ámbitos sociales.

Aunque son diversas las causas que pueden producir dicho trastorno, diferentes estudios indican que un déficit de funcionamiento en el cortex prefrontal, cerebelo y ganglios basales podría estar detrás de dicho desorden, precisamente son las áreas que regulan la atención, la conducta del individuo y desarrollan la conciencia de la propia entidad y del tiempo.

Otros estudios nos indican, la existencia de ciertos factores genéticos vinculados, que podrían estar actuando para producir un funcionamiento deficitario en estas áreas del cerebro. Además se ha demostrado, que este trastorno presenta una heredabilidad de entorno al 80%, en atención, hiperactividad e impulsividad, en familias en las que alguno de sus miembros, ha sido diagnosticado.
Entre los factores no genéticos vinculados se han venido citando, el nacimiento prematuro, el consumo materno de alcohol o tabaco, la exposición a altos niveles de plomo en la temprana infancia y las lesiones cerebrales, especialmente las que atentan contra el córtex prefrontal.

Otras investigaciones indican que, son los genes defectuosos que dictan al cerebro la manera de emplear la dopamina (neurotransmisor que segregan neuronas de ciertas zonas de cerebro, para inhibir o modular la actividad de las neuronas, que regulan las emociones y el movimiento), los que producirían este trastorno.

A los niños y adultos con TDAH se les receta Ritalin u otros fármacos que aumentan sus capacidades para inhibir y regular los comportamientos impulsivos. Tales fármacos inhiben el transportador de dopamina, con el incremento consiguiente del tiempo de que dispone la dopamina, para unirse a sus receptores en otras neuronas, facilitando esta unión pues sino no se llevaría a cabo con éxito. Pese a llamárselos psicoestimulantes, estos fármacos inhibidores mejoran la conducta de entre un 70 y 90%, de niños mayores de cinco años.

Los que reciben esta medicación, no solamente son menos impulsivos, inquietos y distraídos, sino que retienen mejor informaciones importantes, interiorizan más el habla y se autocontrolan mejor. Puesto que entonces se sienten más queridos por sus compañeros, reciben menos castigos y mejoran su autoestima.

Además de con el tratamiento farmacológico, se ha podido comprobar que estos niños mejoran con ayuda de terapia, donde se les haga ver enseguida la consecuencia de su acción, así como con el aumento externo de estímulos y ejemplos sobre reglas e intervalos temporales, donde se les anticipe eventos y se les divida las tareas futuras, en tramos más breves y más inmediatos, con ayuda de recompensas inmediatas, cuando se consigan los objetivos.

Todos estos pasos contribuyen a externalizar el tiempo, las reglas y las consecuencias, supliendo las débiles formas interiores de información, regulación y motivación, funciones ejecutivas que se ha podido comprobar que también están deterioradas y que deben tratarse.
En ciertos casos, los problemas pueden adquirir la gravedad suficiente para justificar la prescripción de un programa de educación especial.

Una vez aprendidas las técnicas para superar sus limitaciones en autocontrol, los niños deberían poder desenvolverse en un medio normal.

DISGRAFIA EVOLUTIVA EN LA INFANCIA


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La disgrafia evolutiva que presentan algunos niños/as se manifiesta con alteraciones en la escritura debido a errores fonológicos u ortograficos, sin que exista una razón aparente, el diagnostico y tratamiento deberá ser lo más precoz y completo posible para evitar futuros trastornos asociados.

Existen diversos tipos de disgrafías según sus causas o síntomas, podemos distinguir una disgrafía primaria funcional o evolutiva, cuyos síntomas en la escritura son producidos por defectos funcionales o madurativos y la dísgrafia secundaria, sintomática o de proyección disléxica, motriz o caligráfica, cuyos síntomas pueden ser debidos a causas neurológicas, sensoriales, caracteriales o psicopedagógicas, que conlleva un trastorno más grave donde uno de sus síntomas es la disgrafía.
Las disgrafías evolutivas sin embargo suelen manifestarse en las escritura de algunos niños/as que sin que exista razón aparente, muestran dificultades al escribir en alguna etapa de su infancia. Suele manifestarse en niños/as con una inteligencia normal o superior, un desarrollo perceptivo y motor adecuado, un ambiente familiar y socioeconómico bueno, una escolarización buena, incluso con rendimiento alto en materias en las que no interviene el lenguaje.
En este tipo de disgrafía podemos encontrarnos con niños/as con una disgrafía fonológica, a causa de no haber conseguido desarrollar bien  el aprendizaje en su vía fonológica (unido en muchas ocasiones a problemas fonológicos y de logopedia) y que pueden mostrar dificultades con la escritura en general y principalmente con la escritura de pseudopalabras y palabras desconocidas.
Otros niños en cambio presentan lo que se llama una disgrafía ortográfica, presentando más dificultades en los trazos correctos de las letras, pudiendo afectar a su contenido y calidad, presentando síntomas similares al trastorno disléxico, además de disgrafía motriz, con síntomas específicos en los movimientos gráficos disociados, tonacidad alterada, signos incorrectos etc.
Es importante que el diagnóstico de la disgrafia esté orientado hacia las causas que lo originan y que sea lo más completo y precoz posible tanto en su diagnóstico como en su tratamiento, con el fin de que el problema no derive en otros trastornos de aprendizaje.
Para la realización de dicho diagnóstico y tratamiento el especialista valorará el desarrollo madurativo del niño/a (neuromotriz, del lenguaje, conducta etc..), sus funciones neuropsicológicas (nivel cognitivo, dominancia, organización perceptiva, perfil psicomotor, organización espacial, esquema corporal, personalidad..), nivel pedagógico (madurarez para la lectoescritura, nivel lector y de escritura), calidad de la escritura.

Sí las disgrafías van asociadas a problemas perceptivos, neuromotrices o de hipercinesia, es conveniente realizar una exploración complementaria por el especialista médico según el campo, neurológico, auditivo u oftálmico.