Los niños autistas tienen una extremada dificultad para desarrollar el lenguaje en su periodo crítico de desarrollo, al carecer de los imputs intersubjetivos, que ponen en marcha los mecanismos específicos de adquisición lingüística.
En general
todos los niños/as en el periodo crítico de desarrollo del lenguaje disponen de
unas estructuras o mecanismos intersubjetivos, que les permiten ir adquiriendo
el lenguaje, con el fin de cumplir las necesidades y funciones comunicativas.
En los niños/as autistas estas estructuras o mecanismos no están desarrollados,
lo que produce que esta dificultad sea tan insuperable, como para dejarles
sumidos en algunos casos más severos en el mutismo, en aquellos casos en que
esta dificultad no es tan insuperable, tienden a desarrollar un lenguaje poco
funcional y espontáneo, con alteraciones peculiares como: la ecolalia, la
inversión de formas deícticas, la literalidad extremada de los enunciados y las
formas de comprensión, el laconismo, la presencia masiva de formas imperativas
y la ausencia o limitación de declarativas, la emisión de verbalizaciones
semánticamente vacías, irrelevantes o poco adaptativas a las situaciones
interactivas y una limitación extrema de las competencias de conversación y
discurso.
Los niños/as
con autismo presentan tantas y tan diversas anormalidades en su lenguaje
expresivo, que resulta difícil encontrar un hilo conductor que nos permita
establecer distintos niveles en la gravedad del trastorno, para poder luego
guiar la
intervención. Algunas claves que suelen señalarse en este
sentido son:
-
El grado de espontaneidad formal de las
emisiones, es decir, lo opuesto a la ecolalia.
-
El grado de organización conversacional y
discursiva del lenguaje.
Los niños/as
con autismo también presentan deficiencias en la comprensión del lenguaje, tan
marcadas a veces, que llegan a ser muy semejantes a las que presentan los niños,
con trastornos específicos severos del desarrollo del lenguaje receptivo ( en
concreto, la agnosia verbal auditiva o el déficit semántico pragmático).
Las
dificultades y anomalías de comprensión son muy variables; hay autistas que no
responden nunca al lenguaje o en los casos más severos, se comportan como si no
lo oyeran. Esto sucede frecuentemente en el inicio del cuadro, hasta tal punto
que se producen sospechas de sordera en un 40% de los niños. En los casos menos
graves de autismo, encontramos dificultades sutiles, para captar el significado
profundo de enunciados, que implican doble semiosis, como las metáforas,
ironías o sarcasmos, refranes, proverbios, etc.
En todos los
casos es sumamente importante, la detección precoz antes de los cinco años y el
tratamiento, para que el niño/a reciba la terapia necesaria, que le ayude en su
interacción social, comunicación y comportamiento, para que pueda tener un
desarrollo más pleno y satisfactorio, que le ayude a suplir lo máximo posible
estas deficiencias.
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