El lenguaje oral y escrito tienen muchas semejanzas, ya que ambos, son actividades lingüísticas, pero presentan una serie de diferencias, que indican la mayor complejidad de demandas del segundo, frente al primero, este hecho explica que su adquisición sea más difícil y origine problemas en muchos niños/as. Es poco frecuente, que los niños no adquieran la capacidad de comunicación oral, a no ser que presenten algún déficit, sin embargo, un alto porcentaje experimentan dificultades en la adquisición de la lectoescritura y al enfrentarse a este aprendizaje, es cuando se manifiestan retrasos y dificultades que pasaban desapercibidos con anterioridad.
Escribir y leer son operaciones
complejas que implican múltiples suboperaciones, órdenes de procesamiento y un
amplio conjunto de conocimientos. Para lograr dominarlos se deben desarrollar
simultáneamente el reconocimiento y producción de palabras, la decodificación
lectora, codificación o deletreo escrito y la comprensión lectora y composición
escrita.
Cuando se presentan dificultades
en la adquisición del dominio lectoescritor, lo primero que se debe establecer
es la diferencia entre, lo que pueden ser problemas generales del lenguaje, por
lo tanto se van a dar en la comprensión y producción del lenguaje oral y
escrito, de lo que son problemas específicos de la lectura o escritura, que
sólo se producirán en el ámbito del lenguaje lectoescritor.
La facultad del lenguaje no
funciona de modo global, no es una cuestión de todo o nada, sino que, unas
habilidades pueden estar operando de un modo adecuado y otras ser altamente
ineficientes, aunque por supuesto existen interrelaciones entre ellas. Lo que
ilustra esta afirmación ocurre en la dislexia, donde encontramos un adecuado
desarrollo del lenguaje oral y, sin embargo, aparecen dificultades en el
lenguaje lectoescritor.
Aprender a leer implica que la
lectura se desarrolla en sus dos aspectos, reconocimiento de palabras y
comprensión de información escrita. Aprender a escribir implica saber codificar
palabras y componer textos. El aprendizaje de la lectura y escritura constituye
un fin en sí mismo, principalmente cuando en su proceso aparecen problemas con
la adquisición, que no permiten al niño/a mejorar su sistema lingüístico, comunicativo
y proporcionarle la llave de acceso a otros aprendizajes. La lectoescritura
funcional es uno de los objetivos últimos de la enseñanza, de modo que si no se
consigue, se verán comprometidos otros muchos aprendizajes académicos.
En estas complejas habilidades de
aprendizaje del proceso lectoescritor intervienen diferentes procesos
compuestos a su vez de otros, existiendo unos procesos de bajo nivel o
automáticos y procesos superiores o controlados. Cuando una habilidad está
altamente automatizada, no necesita acceder a la conciencia para poder llevarse
a cabo, por el contrario los procesos controlados, necesitan y consumen
recursos atencionales. De ahí que la decodificación de las palabras, que se
refiere al reconocimiento y comprensión de palabras escritas o su codificación
en la escritura, deban estar automatizadas, para poder dedicar los recursos
cognitivos a la comprensión y expresión escritas, cuya meta es la construcción
del significado del texto.
En el proceso lectoescritor una
dificultad en los procesos de bajo nivel, actuaría como un cuello de botella,
que impediría llegar a los más altos. Según como se manifiestan las
dificultades y como se combinen surgen diferentes categorías de problemas.
En el proceso lector pueden
aparecer tres tipos de dificultades en los niño/as que podríamos englobar en
los siguientes grupos:
-
Alumnos con malas habilidades de decodificación pero
adecuadas en comprensión, constituyen el grupo de las dificultades de
aprendizaje específicas de la lectura o dislexia.
-
Alumnos con adecuada decodificación pero deficientes
habilidades de comprensión, constituyen el grupo de DA de la lectura no
específica.
-
Alumnos con deficiencias en decodificación y
comprensión, constituyen el grupo de DA de la lectura generalizada.
La adquisición de la
lectoescritura es un proceso paulatino, que no representa sólo un mero sistema
de decodificación escrita o lectora, mediante los que se transcriben la
correspondencias entre fonemas y grafemas, sino que implica una elaboración e
interpretación, una reconstrucción del significado combinando demandas de la
tarea y conocimientos previos. Los niños/as no deben verse a sí mismos, como
meros receptores o reproductores de la información, sino como agentes activos
respecto a la tarea, regulando y manteniendo su atención, generando
predicciones, preguntas, imágenes, en definitiva aplicando sus recursos y
estrategias cognitivas a la búsqueda e integración de la información, lo que
implica que en la mejora del proceso lectoescritor, también esto deba desrrollarse
y enseñarse de forma explicita, junto con la mejora en el tratamiento del
proceso de atención.
Para ser un buen lector o
escritor, no sólo es necesario ser activo en la construcción del significado,
sino que también se requiere, ser competente desde el punto de vista de las
estrategias.
Las personas competentes en
cualquier dominio o habilidad, han desarrollado un conjunto de estrategias
cognitivas y metacognitivas que utilizan ajustándolas a las demandas de las
tareas y de las situaciones que se plantean. Así, por ejemplo, estrategias como
explorar el contenido antes de leer el texto, hacer predicciones, volver hacia
atrás en caso de incomprensión, generar autopreguntas sobre el texto,
parafrasear la información, distinguir las ideas principales de las secundarias
etc.., son características de lectores expertos. Por su parte la escritura
implica, poner en marcha estrategias de planificación, de generación y
organización de ideas, de revisión del texto ya elaborado, etc. Estas
estrategias en muchos casos, también deben ser enseñadas de forma explicita.
Para muchos de los niños/as los
primeros contactos con la lectorescritura, no significa una experiencia
positiva, sino más bien implican fracaso y frustración cotidianos. En el
desarrollo lectoescritor también influyen por lo tanto, la afectividad y
motivación, el deseo de leer y escribir, la estabilidad emocional, el
autoconcepto, el interés por aprender en definitiva, los factores
afectivo-motivacionales, van a influir altamente en los logros de el niño/a en
la adquisición de este proceso y el aprendizaje en general, por lo que deben
ser tenidos muy en cuenta, en la educación y por supuesto en la aplicación de
estrategias terapéuticas, que se desarrollen en el aprendizaje de este
procedimiento.
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